martes, 20 de agosto de 2013

Masllorenç y Lantadilla.

 

Es costumbre cuando llega Agosto, tras el acostumbrado parón competitivo de Julio, que la carajillada máster sacie su afán por medirse con otros congéneres, de esos a los que gusta bicicletear con un dorsal cosido a la espalda, buscando alguna carrerica allende las mugas aragonesas. Hablando de costumbres, es tradición retomar la rutina competitiva en la localidad ilerdense de Ivars de Noguera. Una prueba de carácter "open" con una nada desdeñable antigüedad de más de dos décadas y que en esta ocasión, empero, vio como no pudo cumplir una edición más por culpa de los dichosos recortes que los ayuntamientos deben imponer en sus presupuestos y que afectan a los eventos que se antojan más prescindibles. En esta ocasión, la carrera ciclista de las fiestas del pueblo. Mas si por algo se caracterizan los carajillos es por su cabezonería y si dicen que tal fin de semana hay que correr, se corre sea donde sea. Y si hay que irse cerca de la playa a jugar a las carrericas, pues se va. El "Memorial José María Puig" fue la escusa perfecta para que Rubén “Lenguagato”, Dani y Felis conocieran la localidad tarraconense de Masllorenç, pasando de la canícula zaragozana a unas amenazadoras nubes que presagiaban una tormenta que, finalmente, se limitó a unas tímidas goticas que tan sólo sirvieron para refrescar el ambiente. 

En línea de salida un nutrido pelotón de todas las categorías que escuchaba atentamente ciertas instrucciones en la lengua vernácula que apenas se antojaban un murmullo emitido por un vetusto megáfono. Ambos factores impidieron que nuestros protagonistas se enteraran de que la carrera iba a variar su recorrido programado y que terminaría diez kilómetros antes de lo previsto. Tan sólo un par de horas más tarde, cuando los acompañantes de cada uno de los grupos donde circulaban los tres carajillos esprintaban incompresiblemente para éstos a la entrada de un grupo de casas que resultaba ser una acceso inédito a Masllorenç, se percataban de que la carrera había terminado antes de que sus cuentakilómetros marcaran la cifra de los noventa y dos kilómetros que a priori debían recorrerse. La ausencia de una pancarta o vallas añadía mayor dificultad a la hora de adivinar dónde terminaba la carrera. Gajes del oficio. Para ocasiones ulteriores, los tres carajillos se conjuraron para repasar sus conocimientos de las lenguas de los territorios de la Corona Aragonesa.
 
Dani en plena disputa del Memorial José María Puig. (Foto: Angel F. Santos)

Si el primer sábado de Agosto tocó ir a Tarragona, el siguiente fin de semana la cita velocipédica imponía desplazarse a tierras palentinas. Concretamente a la localidad de Lantadilla. Un viaje de duración considerable desde la capital del Ebro, pero que por tercer año consecutivo se está convirtiendo en cita acostumbrada. Por lo menos para Rubén “Lenguagato” y Felis que han sido los únicos que han repetido en todas las ocasiones en las que personal de El Carajillo Alegre ha hecho acto de presencia en dicha prueba. Durante el viaje de vuelta se suceden los comentarios que hacen referencia a que esa es la última vez en que habrá presencia carajillil en la carrera en cuestión, toda vez que el madrugón para acudir a Lantadilla es de todo menos sano, mas no nos extrañaría que hubiese una cuarta expedición a aquellas tierras castellano-leonesas. No nos pregunten qué necesidad tenemos de ir a correr a lugares tan remotos respecto de nuestra amada patria, ni qué fin perseguimos o si nos compensa dichas palizas de coche. No acertaríamos a dar una explicación plausible. Seguramente se debe a que nos gusta bastante esto de las carreras o a que somos fieles seguidores de aquella máxima que enunció en un tiempo indeterminado el gran mago gris Gandalf: “¡Corred insensatos!”.

Tanto en Masllorenç como en Lantadilla, pudimos volver a ver la mejor versión de Rubén. Lo cual, es motivo de alegría para todos los carajillos. (Foto: Angel F. Santos)