viernes, 21 de octubre de 2011

Ferias



Durante la Baja Edad Media, como consecuencia del crecimiento del poder comercial de los señores feudales, surgieron una serie de eventos económicos, a la sombra de las murallas de aquellos, que vinieron a complementar e incrementar la tradicional producción rural agropecuaria de subsistencia. Nacieron las ferias, donde los mercaderes se juntaban y realizaban tratos comerciales durante varios días. Por ejemplo, por aquí cerca, en Graus concretamente, se celebraba y se celebra la Feria de San Miguel, no en vano, allá por el 1201 el rey Pedro II (de Aragón, por supuesto y a pesar de "La Catedral de las Mentiras"), ratificaba la concesión de esa feria para ser celebrada en la partida grausina conocida como El Grado, desde tres días antes hasta siete después del 29 de septiembre. También concedía su especial protección a los que allí fueran, estuvieran o volvieran. La feria se ha celebrado ininterrumpidamente hasta hoy. Lo que empezó siendo una feria eminentemente caballar, considerándose una de las punteras en su género, devino en una importante cita también para agricultores, ganaderos y patrones en busca de criados, así como criados buscando cambiar de amo. Seguramente, permítanme la frivolidad, aquel avezado en la ciencia de conocer la idoneidad de una bestia mirando su dentado, bien pudiera hacer lo propio con los de un fámulo.



Desconozco si los expertos en la feria que acontece en estos días, tal vez semanas, en nuestro deporte también dominan el difícil arte de evaluar la calidad de los ciclistas que se les ofrecen escudriñando en sus dientes. Y es que estando en plena Feria Ciclista, no me atreveré a equiparar a tratantes y caballos o amos y criados, con representantes, managers, directores, corredores y demás fauna velocipédica. Al igual que antaño en las ferias referidas, en ésta se fijan los precios en función de la demanda independientemente de la categoría de la que hablemos. Que en este ámbito ferial todo ha evolucionado de tal manera que los curriculums hacen tantos kilómetros como sus protagonistas, los móviles de los directores desprenden más humo que los rodillos de Rubén y los buzones de sus correos electrónicos están a punto de explotar, aunque se trate de categorías oficialmente denominadas de ocio, de las de “disfrutar y hacer amigos”, ya me entienden, no sólo de las profesionalizadas, quiero decir, en las que se cobra sueldo... Bueno, dejémoslo que me lío. Decía que el precio del género varía dependiendo de la categoría y de si lo impone el interesado o el interesante. Así, la mensura puede ir desde millones de euros hasta un maillot y un coulotte. Depende.


La última noticia reseñable dentro del recinto ferial es que Oscar Freire sigue un año más, pero no en el banco holandés para el que trabajaba, sino que pasará a formar parte de la cada vez más consolidada facción hispánica de la escuadra rusa Katusha, junto a “Purito” Rodríguez, Losada, Horrach, Moreno, Vicioso y Florencio, hasta los JJOO. El cántabro es de esos corredores a los que valoraremos más cuando ya no esté en activo. Echaremos en falta su proverbial olfato en esas carreras que él ha acercado a los tabloides españoles no especializados. Su palmarés, entonces, será enmarcado en oro y se glosarán las excelencias de este corredor no especialmente carismático. Un palmarés al que según la humilde opinión de quien esto escribe, sólo le falta un maillot rojo y gualda.


Y para terminarla de liar, en cuanto a los que comen de esto de dar pedales, la firma italiana de calzados Geox da por finalizada su experiencia en esto del mecenazgo ciclista. Lo particular del caso es por lo inesperado y las fechas en la que ha acaecido, en plena feria, con escaso margen de reacción. No obstante, Matxín ya ha salido airoso de pretéritas situaciones similares.


Como siempre en estas fechas, El Carajillo Alegre sólo tiene un interés declarado y no es otro que nuestros dos “caballos pura sangre”, los hermanos Tamayo, interesen a alguno de esos “tratantes” que deambulan entre la amalgama de intereses de esta feria.